Se nos ofrece la salvación en el sentido de que se nos ha dado la esperanza, una esperanza fiable, gracias a la cual podemos afrontar nuestro presente: el presente, aunque sea un presente fatigoso, se puede vivir y aceptar si lleva hacia una meta, si podemos estar seguros de esta meta y si esta meta es tan grande que justifique el esfuerzo del camino. La promesa de Cristo no es solamente una realidad esperada sino una verdadera presencia.
Decimos lo que debería ser, o lo que falta, pero «no partimos de la afirmación de que Cristo ha vencido». Que Cristo ha vencido, que ha resucitado, significa que el sentido de mi vida y del mundo está ya presente, y que el tiempo es la obra profunda y misteriosa de Su manifestación.
COMUNIÓN Y LIBERACIÓN
Imagen: “Cristo Redentor” en la cumbre del Corcovado, Río de Janeiro (Brasil)
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