La muerte, en estas circunstancias, intensifica una pregunta: ¿es justa la vida? Sin plantearnos con seriedad esta cuestión perdemos lo más profundo de nuestra humanidad. Sin una respuesta tan concreta y real como el drama que suscita la pregunta, estamos condenados a la desesperación. La resurrección de Cristo es un hecho histórico que se puede experimentar en el presente a través de la intensidad y de la plenitud de la vida que se concede a los que participan de ella por el bautismo. Así Dios responde a nuestro dolor, a nuestra exigencia de comprender.
Como hemos sido alcanzados gratuitamente por esta experiencia podemos decir con el Papa que "la cuestión de la justicia es el argumento esencial o, en todo caso, el argumento más fuerte a favor de la fe en la vida eterna". Con esta esperanza celebramos hoy jueves la Eucaristía en sufragio por los difuntos y por sus familiares.
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