martes, 15 de julio de 2008

Manifiesto CL Colombia

¿Qué está en juego en lo que acontece?

Comunión y Liberación Colombia

El acontecimiento de la liberación de 15 secuestrados que estuvieron más de seis años en poder de un grupo guerrillero, por medio de una operación militar en la cual no se disparó un solo cartucho, ha permitido a todos volver a escuchar las palabras "Dios", "milagro" y "felicidad" con un valor y significado nuevo y profundo. "La mano de la Virgen en este proceso es clara para mí", decía Ingrid Betancourt explicando que la coincidencia de hechos que llevaron a su rescate no se habría podido dar sin una intervención milagrosa.

Una de las más graves consecuencias que el conflicto armado ha generado en nuestro pueblo es la pérdida de la conciencia cristiana al afrontar la realidad, introduciendo una mentalidad sustentada en los criterios de poder, favoreciendo la pérdida de la fe y esperanza cristianas, suplantándolas por una resignación fatalista y al mismo tiempo un optimismo ingenuo que genera violencia.

Que una persona como Ingrid explique ahora los sucesos como triunfo de la fe y abiertamente reconozca que, además del amor a sus hijos y a su madre, lo que la ha mantenido viva durante seis años es su fe en Dios; que dicha fe le permita perdonar a sus captores; que los jefes militares y de gobierno reconozcan que en el operativo de rescate "estuvo la mano de Dios", quizá puedan sonar a frases de cajón pero, para quien está atento, son el reclamo a ver al Misterio que se manifiesta en la historia.

Fijarse en lo que ocurre y adherirse a lo que nos precede, es decir, a la iniciativa del Misterio en esta circunstancia, nos sugiere de forma evidente la dependencia absoluta de Otro. Es Otro quien hace la realidad y la gobierna, despertando de nuevo la sed de infinito, la exigencia de felicidad, de justicia, de verdad, de amor, por medio de 15 hombres que experimentan el milagro de la libertad. Nos ha mostrado que, gracias a la fe, forma nueva de conocimiento, la realidad puede ser amada y vivida plenamente.

Existe un lugar, la compañía de la Iglesia, que nos educa a mirar y vivir los acontecimientos de tal modo que la libertad como fruto de la fe se convierte en la fuerza de nuestra vida, fuente de esperanza cierta y lugar de perdón.


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