¡Vivo quiere decir presente!
La alegría del Evangelio llena el corazón y la vida entera de los que se encuentran con Jesús. Quienes se dejan salvar por Él son liberados del pecado, de la tristeza, del vacío interior, del aislamiento.
No me cansaré de repetir aquellas palabras de Benedicto XVI que nos llevan al centro del Evangelio: «No se comienza a ser cristiano por una decisión ética o una gran idea, sino por el encuentro con un acontecimiento, con una Persona, que da un nuevo horizonte a la vida y, con ello, una orientación decisiva».
Papa Francisco
Tratad de pensar en aquella joven que estaba en su casa y recibió el anuncio: la Virgen. Algo que, en última instancia, no se podía reducir a los acontecimientos precedentes, de los que su presente estaba hecho.
Pensad en lo que sintieron los pastores ante el anuncio del ángel, o los Magos ante el anuncio del que la estrella era signo: una novedad radical, una novedad de orden absoluto, no podía existir y está aquí, no podía existir porque nunca habíamos pensado en ella, no podíamos pensar en ella y está aquí.
El cristianismo es el acontecimiento de este anuncio. Anuncio no en cuanto que yo lo siento, sobre todo, sino en cuanto que se me presenta: algo que viene de fuera de nosotros y se propone a lo más hondo de nuestra persona; pero viene de fuera. El cristianismo es una presencia dentro de tu existencia, una presencia que asegura un cambio inimaginable, inimaginable.
Luigi Giussani
Imagen: Un bajorrelieve en la fachada de un palacio entre las calles de Génova, una “Adoración de los Magos” de 1457, obra de Elia y Giovanni Gagini.
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